EL DESARROLLO RURAL EN MÉXICO

LOS PARADIGMAS DEL DESARROLLO RURAL EN MÉXICO.


sábado, 23 de abril de 2011

LA TRIBU YAQUI DESAPARECE

La Tribu Yaqui ha dejado de existir; “Desaparece…

Lic. Noel Luis Cárdenas

Instituto Tecnológico de Sonora

Solo me gustaría comentar, y comunicar a la vez, lo acontecido en el Estado de Sonora. Ha de saber que en las recientes horas se ha dado a conocer la noticia de que la Tribu Yaqui ha dejado de existir; así como lo oye, deja de existir de acuerdo al INAH. Y como tal, las comunidades, sus tradiciones y costumbres, han dejado de ser para convertirse en parte del pasado.

Por tales motivos, el Gobierno de Sonora, precedido por Guillermo Padrés Elías, ha logrado lo que ha querido hacer desde principios de este año, construir, por encima de todos y a pesar de todos, su proyecto INDEPENDENCIA.
Por otro lado, la Presidencia de la República (firmada por Calderón), a través de la PGR, y por un dictamen emitido por el INAH, han confabulado una atroz crimen contra una de las etnias más reconocidas de Sonora, el Pueblo Yaqui. Según una nota periodística (del jueves 14 de Abril), emitida por Tribuna del Yaqui, Sandra Barraza (corresponsal), informa que “Desaparecen nación Yaqui…

El INAH borró de la historia a la etnia sonorense, aun cuando es reconocida tanto en el ámbito nacional como internacional”. Las tres entidades antes mencionadas, han proclamado dentro de un litigio que los miembros de esta etnia ha desaparecido.

Habrá que recordar que entre 1937 y 1939, el Gral. Lázaro Cárdenas, concedió y ratificó a la etnia Yaqui el dominio de sus tierras, incorporándola al sistema nacional de ejidos y reconociendo la legitimidad de las autoridades tradicionales yaqui. Confirmando que el margen izquierdo del río Yaqui queda en poder de yori (hombre blanco) y la margen derecha en poder del pueblo yaqui.


Así dicho Acuerdo Constitucional de 1940 emitido por Gral. Cárdenas, nunca existió; por lo tanto, la lucha que nuestra comunidad, Cajeme, y de los Pueblos Yaquis, por el agua y el NO a la construcción del NOVILLO, da traste, y GUILLERMO PADRÉS ELÍAS tiene vía libre.


Al menos yo, y varios miembros de la comunidad, que respetamos las tradiciones y la cultura de nuestras etnias, estamos en desacuerdo con la forma de actuar y por la conducta desleal de este gobernador, ya que ve por sus propios intereses y pisotea, como se ha visto con la comunidad Yaqui, el orgullo y la dignidad de un pueblo que defendió históricamente su estatus para que viniera alguien y con un solo plumazo quieran desconocer a este pueblo.

De acuerdo a estas instancias, la comunidad yaqui no existe porque no existe registro poblacional, sin embargo algunas fuentes (como Red Escolar-fuente educativa- y el Encuentro de Pueblos Indígenas de América) afirman que actualmente la población Yaqui alcanza aproximadamente entre unos 32,000 a 40,000 habitantes, asentados en 52 localidades que están ubicadas en cuatro municipios.


Por otro lado, en Arizona existen unos 8,000 yaquis reconocidos. Este pueblo tiene su propia bandera, un sistema de gobierno definido como cualquier nación, una práctica religiosa y cultural compartida con la comunidad cajemense. Como se puede ver, la comunidad Yaqui existe.

Por otro lado, quien dice que el día de mañana, no quiera también desconocer a la etnia Mayo o Seri… Desde hace tiempo, Guillermo Padres Elías en lugar de empatizar con Cajeme (el municipio), ha provocado un gran descontento… Solo por enumerar algunas cosas, encontramos el desentendimiento del sentir de los Cajemenses ante la negativa de la construcción del Novillo; luego lo del SONORA SI que puso en la playera del equipo Yaquis de Obregón en la Serie del Caribe de este año; además, del desplante y desdén que hizo a los campesinos, ante las heladas que este municipio sufrió en los primeros tres meses, cuando en lugar de estar con ellos (para ver lo de los prestamos económicos) prefirió irse a la inauguración de una telenovela; y ahora sale con la manipulación para lograr que el INAH desconozca la existencia de la Comunidad Yaqui.

Ahora, cual es mi inquietud… que se haga justicia y se de a conocer estos ataques a las comunidades étnicas (porque quien sabe que otra venga en la lista) de un gobierno dictador que si no consigue lo que quiere por los medios legales, lo consigue a través de sobornos o con el uso y abuso de su poder…
El Señor te bendice a cada momento…
Lic. Noel Luis Cárdenas
Instituto Tecnológico de Sonora
Departamento de Psicología
Docente Auxiliar - Enero-Mayo 2011

P1020128

domingo, 13 de marzo de 2011

LEY DE CONSULTA INDIGENA

Para concertar el despojo capitalista

Carlos González García

El anteproyecto de Ley General de Consulta a los Pueblos y Comunidades Indígenas que actualmente es “consultado” a lo largo del país por las comisiones de asuntos indígenas del Congreso de la Unión en coordinación con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, es más que una mascarada indigenista que para nada busca aterrizar los derechos contenidos en el Convenio 169 de la OIT como lo presume su principal promotor, el diputado Teófilo García Corpus: en realidad representa la continuación de las políticas legislativas tendientes a otorgar certeza jurídica a la ocupación y el despojo capitalista de los territorios indígenas. Veamos.

En diversos puntos de la geografía indígena americana los pueblos originarios han tenido un relativo éxito en su lucha contra megaproyectos mineros, petrolíferos, carreteros e hidráulicos que buscan la apropiación privada de sus territorios, argumentando la violación al derecho de consulta previa contenido en el artículo 6 del Convenio 169 de la OIT que consiste en la obligación que tienen los Estados de consultar a los pueblos interesados, mediante procedimientos apropiados y en particular a través de sus instituciones representativas, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles directamente. Incluso existen casos llevados a los tribunales internacionales en los que pueblos y comunidades indígenas han obtenido fallos en contra de grandes empresas transnacionales sobre la base de acreditar la violación al derecho de consulta previa.

En dichas condiciones los poderosos intereses económicos que han vigorizado el despojo, más que sangriento, de los territorios indígenas en México, sobre todo para generar infraestructura carretera y con fines de explotación minera e hidráulica, tienen dos opciones: seguir enfrentando la resistencia indígena que encuentra en el derecho a la consulta previa un elemento político y jurídico nada despreciable o asimilar ese derecho a un marco normativo que lo transforme en un derecho nugatorio, es decir, ilusorio y dócil a las necesidades del capitalismo neoliberal.

Las grandes empresas transnacionales y los consejos patronales, en complicidad con los poderes del Estado, tal como ocurrió con la célebre Ley Bartlett-Cevallos, han optado por la segunda opción a través de la próxima aprobación de la Ley General de Consulta a los Pueblos y Comunidades Indígenas que, por el contrario de lo que pregona la exposición de motivos, busca reducir derechos y otorgar legitimidad a las políticas públicas y actos jurídicos —decretos expropiatorios, concesiones sobre minas, aguas y zonas federales, etcétera— que favorecen intereses privados pero que afectan la vida y los territorios indígenas.

En primer lugar el anteproyecto de Ley tiene como finalidad central, más que proteger el derecho a la consulta previa, generar acuerdos entre comunidades indígenas, instituciones públicas y empresas privadas —aunque no se mencione en el texto de la iniciativa legal— orientados al despojo de los territorios indígenas al determinar que la consulta tiene como finalidad lograr el consentimiento, libre, previo e informado de los pueblos y comunidades indígenas (artículo 3 del proyecto); consentimiento que se expresará mediante acuerdos que acepten el proyecto original, modifiquen la realización del acto o establezcan condiciones para su ejecución (artículo 20).

El consentimiento que las comunidades habrán de otorgar y que deberá de traducirse en acuerdos firmes se refiere primordialmente a los actos de gobierno que actualmente están propiciando la apropiación capitalista de los territorios indígenas:  obra pública, expropiación de tierras, otorgamiento de concesiones y permisos para la explotación de recursos propiedad de la nación e imposición de modalidades a las propiedades de los núcleos agrarios (artículo 9). Se trata entonces de concertar el despojo ordenado y legal de los pueblos originarios después de que durante años han sido llevados deliberadamente a la miseria más extrema, en ausencia del reconocimiento constitucional de sus derechos fundamentales y en medio de una sospechosa y violenta guerra en contra del narcotráfico.

En segundo lugar resulta evidente, aunque no se diga textualmente, que la consulta prevista por la iniciativa legal no tiene efectos vinculatorios, es decir, no obliga a las instituciones interesadas, ni establece mecanismos concretos para el cumplimiento de posibles acuerdos, como tampoco señala las medidas de fuerza para obligar a las instituciones del Estado a acatar los resultados de las consultas en caso de que no les favorezcan (artículos 13 y 23). A fin de cuentas realizar las consultas indígenas es un mero requisito para las instituciones públicas, sin que el resultado de las mismas tenga el menor efecto jurídico.

Por otro lado nos parece curioso que los pueblos y comunidades participantes en la consulta deberán acreditar su personalidad según lo establezca la legislación de la entidad federativa correspondiente (artículo 12), aconteciendo que ni la Constitución Federal ni las leyes derivadas de ella reconocen la personalidad de los pueblos indígenas, mientras que las comunidades indígenas, al haber sido reconocidas en el año 2001 como simples entidades de interés público, gozan exclusivamente de la acotada personalidad que algunas veces se les otorga en la esfera meramente agraria.

Consideramos que a 15 años de que fueron suscritos los Acuerdos de San Andrés y a 10 años de su traición por la clase política mexicana, no existen condiciones para garantizar la realización de consultas a los pueblos y comunidades indígenas que preserven sus derechos y protejan sus territorios, pues, por un lado el asalto neoliberal en contra de los pueblos originarios, auspiciado por todos los poderes del Estado, es feroz y ninguna consulta frenará las ansias capitalistas por abrir minas, hacer carreteras y presas, así como propiciar la apropiación de las tierras, aguas, bosques, islas, playas, desiertos y saberes indios.

Por otro lado, el anteproyecto de ley que se propone es restrictivo y más bien está orientado a legitimar los actos de despojo en contra de los pueblos indígenas, en tanto que la Constitución y las leyes secundarias no permiten el ejercicio y la defensa efectiva de los derechos colectivos de los pueblos y comunidades indígenas. No nos quepa la menor duda, estamos frente a otra ley de muerte.

LA JORNADA, Suplemento.

clip_image001

El grupo Venado Azul en Nurío, Michoacán , marzo 2001. Foto: Carlos Ramos Mamahua

CNI Nurio

Magdalena García Durán durante los trabajos del CNI, Nurío, marzo 2011. Foto: Prometeo Lucero

sábado, 22 de enero de 2011

DESARROLLO RURAL EN REGIONES INDIGENAS

Generalmente se tiende a considerar que el desarrollo rural en regiones indígenas es un asunto técnico - antropológico, sin embargo, tratándose de una actividad que tiene como finalidad el de mejorar las condiciones de vida de la población indígena, éste tiene una mayor complejidad y profundidad, primero, porque busca transformar las estructuras socioeconómicas de una región o de un país para poder estar en condiciones de alcanzar un mayor bienestar; segundo, porque es en los modelos de atención en donde se fijan las estrategias sociales, las prioridades y objetivos del desarrollo de una región o de una nación; tercero, porque en los programas, se establecen los medios y estrategias para lograrlo y cuarto, porque con base en el análisis de los resultados alcanzados, se establecen acciones necesarias para que la población rural alcance su propio desarrollo.

En este sentido el desarrollo rural es la expresión de una política económica y social imperante, y en consecuencia, uno de los ejes principales que regula las actividades sociales y económicas. Por lo que, los modelos de atención, mediante su metodología implementada a través de proyectos específicos, son los instrumentos para materializar una política social.

En el contexto de modelos y programas de atención, la pobreza productiva de los grupos étnicos proviene de su exclusión en el manejo de los recursos, los cuales son administrados por los grupos de poder local y regional, a lo cual se le suma la situación económica imperante: control del mercado regional por los grupos de poder. De esta situación se infiere, que la búsqueda de un desarrollo en las regiones indígenas es un problema político, porque el desarrollo de una región está condicionado por los bloques de poder regional, y el poder en sí mismo, es en esencia político. En este sentido la política social se debe de orientar a garantizar ciertos niveles de bienestar a la población indígena de México, en particular debe de considerar esquemas o modelos específicos de producción, distribución y consumo, sin olvidar las soluciones tecnológicas adecuadas.(Cortez, C. y Penso, C; 1998)

A la población indígena se le considera el polo opuesto al desarrollo y una barrera para lograrlo, por lo que el Estado, ha generado una gran variedad de políticas públicas para mexicanizar al indio mediante intentos educativos, económicos, organizativos y hasta genéticos. La visión creada por el Estado acerca de las estructuras socio culturales de los pueblos indígenas en el sentido de que son un "sector atrasado", aumentaron de cierto modo la visión peyorativa de la sociedad en general hacia lo indígena, así como el fomento tácito de la negación y rechazo de la misma sociedad indígena.

En este sentido, surge la pregunta acerca de las alternativas que pueden plantearse para diseñar un modelo de desarrollo que más allá de servir de etnocida, prevea los posibles cambios en las estructuras socio-culturales y promueva cambios positivos a favor de los pueblos indígenas involucrados.

FUENTE: Tesis MDR Ángel Espinoza

P1020149 

Fotografía: Familia Wirrarika en un paraje cercano a Tuxpan de Bolaños, Jalisco.

miércoles, 5 de enero de 2011

LOS TOJOLABALES Y EL NOSOTROS….

Carlos Lenkensdorf  (1926-2010)

Los tojolabales viven en Chiapas, al norte y este de Comitán, cerca de la frontera con Guatemala. No se sabe a ciencia cierta de cuántas personas se compone este pueblo. Son entre 50 mil y 80 mil habitantes. Los tojolabales hablan su lengua, viven una cultura propia de la cual son muy conscientes. En años recientes, este pueblo está viviendo un renacimiento cultural que se manifiesta, entre otras cosas, por el hecho de que comunidades completas que perdían su lengua, la están aprendiendo de nuevo. Un dato más, de ninguna manera secundario, es que los tojolabales viven en medio de la zona de conflicto o de resistencia que se formó a partir del primero de enero de 1994. Pertenecen, pues, a los pueblos que no se han plegado a los dictados del centro y que luchan por dignidad y justicia.

Hace casi treinta años llegamos a la región tojolabal con el fin de trabajar con este pueblo, de ponernos al servicio de ellos. Antes de cualquier actividad se nos presentó un problema. Si vamos a vivir en Francia, tenemos que aprender francés, si en Rusia el ruso y así en todas partes. Por consiguiente, si íbamos a vivir en la región tojolabal, nos tocaría aprender el tojolabal. Pero para aprender el idioma no había método ni diccionario ni maestro. Preguntamos a algunos tojolabales si podrían enseñarnos su lengua. Después de consultarlo con la comunidad respondieron que sí. Y con esto comenzó una aventura de experiencias no imaginadas ni soñadas.

La comunidad, que delegaba a algunos comuneros por turnos, decidió que se nos dieran clases por tres semanas. A los pocos días uno de nuestros maestros dijo: “ustedes son los primeros que quieren aprender de noso­tros. Aquí todos llegan a enseñarnos como si no supiéramos nada. Maestros, extensionistas, oficiales de la Reforma Agraria y de otras instancias del gobierno, doctores, padres y tantos más. Pero ustedes no”.

Una novedad de consecuencias profundas. Nos convertimos en alumnos de los tojolabales. Por esta razón cambió de raíz y desde el principio la relación. No representábamos a los que sí sabían frente a los que no, sino que los que sabían eran y siguen siendo los tojolabales. Nosotros no sabíamos lo que ellos sí.

Tal vez hay otra razón. A nosotros, sus primeros alumnos, no nos interesaba aprender cosas sobre los tojolabales como a veces lo hacen etnólogos y antropólogos. Nos motivaba insertarnos en la cultura tojolabal y su lengua nos servía de puerta de entrada. Obviamente los tojolabales así nos entendían, porque en otras ocasiones, cuando algunos antropólogos se acercaban a ellos para estudiar aspectos determinados de su cultura, no los aceptaban.

Desde el primer día ocurrió otro acontecimiento de consecuencias. Nosotros, acostumbrados por años a la educación formal, apuntábamos los asuntos que aprendíamos en los cuadernos y el pizarrón. Tratábamos de transcribir las palabras y frases que nuestros maestros nos enseñaban. Con esto, ellos se dieron cuenta de otra novedad: ¡su idioma se podía escribir! Siempre se les había dicho, el “dialecto” tojolabal no sirve para nada, porque no se puede escribir. Tiene sonidos para los cuales no hay letras. Les decían que el tojolabal no es una lengua ni un idioma como el castellano. Al ver el tojolabal en forma escrita, la relación entre los tojolabales y nosotros recibió una segunda modificación de fondo. Aprendíamos unos de otros. El aprendizaje se hizo mutuo: maestros tojolabales y alumnos hablantes del castellano, nos transformamos. Simultáneamente éramos educadores y educandos.

Con esto se inició el diálogo intercultural, en aquel entonces desconocido por todos los participantes. Todavía no se hablaba de interculturalidad, de diálogo entre las culturas. El castellano era la lengua nacional, de todos los mexicanos; no se hablaba de los pueblos y culturas originarios con derechos y costumbres. Éstos, simplemente, no se reconocían. Nos encontramos entonces los unos con los otros como iguales y, a la vez, diferentes.

El tojolabal, nos abrió la puerta hacia su cultura. Nos enseñó realidades no imaginadas y así nos dio y  nos da la posibilidad de ver su realidad desde la perspectiva tojolabal.

Pronto se establecieron cursos de alfabetización en tojolabal, y en esta y otra clase de contactos vivenciamos la idiosincrasia de esa cultura que empezó a cuestionar la cultura que nos había conformado y a noso­tros mismos.

La experiencia nos proporcionaba una razón particular para platicar y entender lo ocurrido. Les explicaba la manera de pasar exámenes en las escuelas de educación formal: cada alumno debe estar separado de los otros. El que mire lo que escribe el vecino o copie se descalifica a sí mismo. Los tojolabales respondían y daban sus razones por las cuales se habían juntado: “Mira hermano, cuando estamos en nuestras comunidades y se presenta un problema no vamos cada uno a nuestra casa para pensar el asunto y tratar de resolverlo individualmente, sino lo contrario. Nos juntamos para platicarlo, y juntos encontramos la solución. Aquí somos 25 alumnos. Por supuesto vamos a juntarnos para resolver el problema. Porque tenemos 25 cabezas que piensan mejor que una sola. También tenemos 50 ojos que ven mejor que dos. ¿No te parece?”

El nosotros representa una gran pluralidad de sujetos que se complementan entre sí. Por el condicionamiento cultural recibido podríamos pensar en una concepción social del nosotros, pero no se trata de esto. La razón de nuestra negación es la siguiente: los sujetos, constituyentes del nosotros pueden ser humanos y animales, plantas y manantiales, nubes y cuevas, cerros y valles, comales y ollas. Todos ellos compañeras y compañeros nuestros, llenos de vida con quienes nos toca convivir, respetar, aprender los unos de los otros. Por ello, un tojolabal quiere confesarse con el cura porque se enojó con la lumbre, maltrató el camino, “chingó” la olla, por coraje tiró el comal al piso, le pegó al perro sin motivo. Todos son delitos no enseñados en los catecismos ni por los religiosos, pero son faltas graves porque el hermano traicionaba la comunidad con estos hermanos y hermanas nuestros.

Fácilmente creemos elevarnos por encima de este comportamiento por considerarlo animista y anacrónico. En la sociedad dominante disponemos de las cosas, producimos montañas de basura y maltratamos a la naturaleza. El aire, la tierra y el agua sufren la contaminación, producto de la sociedad moderna. Los tojolabales, en cambio, viven en el contexto conformado por Nuestra Madre Tierra que nos sostiene y gracias a ella tenemos vida. Nos toca respetarla y darnos cuenta de la comunidad cósmica a la cual pertenecemos y, finalmente, es nuestra madre tierra que nos da aquello que hoy día llamamos conciencia ecológica.

Nuevamente se produce una fricción entre las dos cosmovisiones. De la perspectiva de que la Tierra es nuestra madre que nos ama y respeta, resulta que nosotros la respetemos y amemos. Desde la perspectiva occidental moderna, en cambio, la tierra es una mercancía que, conforme a la ley, podemos comprar y vender. Los propietarios manifiestan su libertad al disponer de la tierra según les dé la gana. Al cambiarse el artículo 27 constitucional en 1992, los tojolabales y muchos campesinos más se asustaron: “¿Cómo podemos vender a nuestra madre? Una mujer que se vende es una prostituta. ¿El gobierno quiere que prostituyamos a nuestra propia madre?” Así no hay ni diálogo ni interculturalidad sino imposición. La justificación que el cambio de la ley hizo a los campesinos propietarios no considera que nadie es propietario de su mamá.

FUENTE: Suplemento Ojarasca 164, La Jornada.

Oja-13