EL DESARROLLO RURAL EN MÉXICO

LOS PARADIGMAS DEL DESARROLLO RURAL EN MÉXICO.


jueves, 23 de septiembre de 2010

MODELOS DE DESARROLLO EN COMUNIDADES INDIGENAS PARTE I

Generalmente se tiende a considerar que el desarrollo rural en regiones indígenas es un asunto técnico - antropológico, sin embargo, tratándose de una actividad que tiene como finalidad el de mejorar las condiciones de vida de la población indígena, éste tiene una mayor complejidad y profundidad, primero, porque busca transformar las estructuras socioeconómicas de una región o de un país para poder estar en condiciones de alcanzar un mayor bienestar; segundo, porque es en los modelos de atención en donde se fijan las estrategias sociales, las prioridades y objetivos del desarrollo de una región o de una nación; tercero, porque en los programas, se establecen los medios y estrategias para lograrlo y cuarto, porque con base en el análisis de los resultados alcanzados, se establecen acciones necesarias para que la población rural alcance su propio desarrollo.

En este sentido el desarrollo rural es la expresión de una política económica y social imperante, y en consecuencia, uno de los ejes principales que regula las actividades sociales y económicas. Por lo que, los modelos de atención, mediante su metodología implementada a través de proyectos específicos, son los instrumentos para materializar una política social.

En el contexto de modelos y programas de atención, la pobreza productiva de los grupos étnicos proviene de su exclusión en el manejo de los recursos, los cuales son administrados por los grupos de poder local y regional, a lo cual se le suma la situación económica imperante: control del mercado regional por los grupos de poder. De esta situación se infiere, que la búsqueda de un desarrollo en las regiones indígenas es un problema político, porque el desarrollo de una región está condicionado por los bloques de poder regional, y el poder en sí mismo, es en esencia político. En este sentido la política social se debe de orientar a garantizar ciertos niveles de bienestar a la población indígena de México, en particular debe de considerar esquemas o modelos específicos de producción, distribución y consumo, sin olvidar las soluciones tecnológicas adecuadas.(Cortez, C. y Penso, C; 1998.

A la población indígena se le considera el polo opuesto al desarrollo y una barrera para lograrlo, por lo que el Estado, ha generado una gran variedad de políticas públicas para mexicanizar al indio mediante intentos educativos, económicos, organizativos y hasta genéticos. La visión creada por el Estado acerca de las estructuras socio culturales de los pueblos indígenas en el sentido de que son un "sector atrasado", aumentaron de cierto modo la visión peyorativa de la sociedad en general hacia lo indígena, así como el fomento tácito de la negación y rechazo de la misma sociedad indígena.

En este sentido, surge la pregunta acerca de las alternativas que pueden plantearse para diseñar un modelo de desarrollo que más allá de servir de etnocida, prevea los posibles cambios en las estructuras socio-culturales y promueva cambios positivos a favor de los pueblos indígenas involucrados.

¿Se puede plantear como desarrollo apropiado o autogenerado el que emana del interior de las comunidades indígenas, que en los siglos de dominación han sufrido procesos de desvalorización de su cultura y siguen siendo considerados una traba histórica para el desarrollo?

Frente a toda una gama de teorías acerca del desarrollo, en los años 80 surge la propuesta teórica del etnodesarrollo en base al cuestionamiento de profesionales, quienes tenían por objetivo principal relacionar ambas dimensiones, la indígena y la desarrollista, además de intentar reorientar a las políticas públicas modernizadoras hacia una propuesta de aportación real hacia los pueblos indígenas considerando como base la cultura diferencial de cada uno. Este modelo fue clave, sobre todo cuando los promotores del desarrollo occidental y la opinión pública en general, creían que los pueblos indígenas con sus respectivas costumbres, valores y sistemas socio económicos fueron considerados durante mucho tiempo como una traba colectiva del desarrollo, regional y hasta nacional.

Los modelos y programas diseñados para el desarrollo rural en zonas indígenas, han fracasado debido a diferencias conceptuales y de cosmovisión acerca del progreso y del bienestar, toda vez que su planteamiento conceptual se fundamenta en el desarrollo occidental y economicista, el cual se contrapone a las formas de vida de los diferentes pueblos indígenas.

El modelo de atención integral, debe de fortalecer el ejercicio de la capacidad social de los pueblos indígenas para construir su futuro, aprovechando para ello las enseñanzas de su experiencia histórica, los recursos naturales y el potencial de su cultura, de acuerdo con un diagnóstico que se defina en base a sus propios valores y aspiraciones.

Una variable clave en el diseño del modelo es el referente a los derechos como base del desarrollo, los derechos de los pueblos indígenas para tomar sus propias decisiones, respetando su cultura, sus conocimientos y saberes tradicionales; estos factores fueron desechados por los promotores del desarrollo economicista, que, en lugar de respetar a los indígenas como humanos y con todas sus diferencias, los catalogan como cifras.

El modelo debe incorporar la variable de la capacitación de recursos humanos indígenas, una capacitación dirigida a toma de decisiones para procesos de priorización en la formulación de proyectos regionales e integrales y la puesta en práctica de estos, debe incorporar la variable conceptual denominada desarrollo "culturalmente sustentable", este se relaciona con el desarrollo económico, que practicados en conjunto implica no solamente la no destrucción como sistema y como grupo humano de un pueblo, sino también la conservación de una identidad como tal, sobre todo considerando que los modelos y programas aplicados en poblaciones indígenas, han detonado procesos de cambio socio-cultural de los involucrados, en este sentido el planteamiento del modelo, debe priorizar los factores relacionados con valores culturales, de modo que estos no sufran impactos negativos.

FUENTE: Tesis MDR Ángel M. Espinoza, abril 2009.

Raramuris

miércoles, 22 de septiembre de 2010

RECOMENDACION DE LA FAO-SAGARPA

ELIMINAR LA DUPLICIDAD DE LOS PROGRAMAS DE ATENCIÓN
Hay un alto grado de duplicidad en los programas de apoyo agropecuario, y en muchos de ellos también falta claridad sobre su población objetivo. Éstas son conclusiones a las que llega el informe oficial Análisis de los instrumentos de política agropecuaria, rural y pesquera en México, generado conjuntamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Secretaría de Agricultura (Sagarpa).
El texto concluye que: “Se recomienda que la Sagarpa sea la única dependencia que otorgue subsidios para la adquisición de bienes de capital para el desarrollo de actividades productivas agrícolas, pecuarias, pesqueras y acuícolas (…)”, aunque hace una excepción al señalar que esto “no tiene como propósito evitar que otras dependencias otorguen subsidios para la adquisición de activos productivos e infraestructura que sea amigable con el medio ambiente”.
Así, la recomendación implica la eliminación de los programas de otras secretarías o dependencias que incluyen apoyos para bienes productivos, como los del Fondo Nacional de Empresas de Solidaridad (Fonaes); el ProÁrbol; la Comisión Nacional del Agua (Conagua); los Fondos Regionales Indígenas y el Programa de Coordinación para el Apoyo a la Producción Indígena (Procapi) de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI); el Programa de la Mujer en el Sector Agrario (Promusag), el Programa Joven Emprendedor Rural y Fondo de Tierras de la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA), y la vertiente productiva del Programa 3x1 para Migrantes, entre otros.
Dice: Un ejemplo de las duplicidades identificadas es el hecho de que el Programa de Fondos Regionales Indígenas otorgó subsidios para que un grupo organizado de productores adquiriera una despulpadora de café. Este tipo de acciones, que contribuyen a la capitalización de las unidades económicas en el medio rural, también son apoyadas actualmente por parte del Programa para la Adquisición de Activos Productivos de la Sagarpa.
Incluso menciona al Proyecto Estratégico de Apoyo a la Cadena Productiva de los Productores de Maíz y Frijol (Promaf), que es operado por el Fideicomiso de Riesgo Compartido (Firco), el cual está en la estructura de la Sagarpa. El informe dice que el Promaf entrega apoyos a los productores del medio rural para la adquisición de infraestructura y equipo de acopio, manejo y conservación, ya sea de maíz y/o de frijol. Este tipo de apoyos para infraestructura básica productiva, que permite almacenar y generar valor agregado a la producción primaria, también lo otorga el Programa para la Adquisición de Activos de la Sagarpa.
Sin embargo, el documento no menciona el hecho de que el Programa para la Adquisición de Activos es descentralizado. Ello es relevante dado que, por las diversas características y compromisos de los gobiernos de los estados, se ha visto un desempeño muy desigual en la práctica de este programa, sobre todo en la capacidad para apoyar a los productores de bajos ingresos –según muestran evaluaciones oficiales de muchos años, producto de la misma asociación FAO-Sagarpa, (disponibles en: http://www.fao-evaluacion.org.mx/pagina/ informe-evaluacion-programas).
Además, estas nuevas recomendaciones no citan ningún estudio de evaluación de desempeño de las diversas dependencias implicadas, así que no toman en cuenta la calidad de los programas existentes. No consideran relevante su muy variado grado de cobertura de las poblaciones objetivo, ni las capacidades de cada programa para apoyar en la práctica a grupos específicos, como mujeres campesinas, indígenas o jóvenes. Sin embargo, según este informe, la capacidad de la Sagarpa para atender todo lo productivo es “evidente”.
FUENTE: La Jornada del Campo: http://www.jornada.unam.mx/2010/09/18/fao.html
También está disponible en: http://www.subsidiosalcampo.org.mx/mexico/pagina/organizaciones-internacionales-y-el-sector-rural/
mapa_mexico

viernes, 17 de septiembre de 2010

TURISMO “ALTERNATIVO” EN ZONAS INDIGENAS

(ALTERNATIVO ¿PARA QUIEN?)

El Turismo Alternativo en Zonas Indígenas (instrumentado desde el Estado), contempla en sus reglas de operación, recursos económicos para la elaboración de los estudios ambientales, pago de permisos, elaboración y/o ejecución de proyectos, construcción de la infraestructura, equipamiento, capacitación, contratación de servicios de asesoría técnica necesarios para el desarrollo de sitios y centros turísticos en zonas indígenas. Adicionalmente, el Programa ofrece bienes y servicios de capacitación y comercialización. Cuando este modelo de atención es operado a través de los gobiernos estatales, éstos entregan a los beneficiarios la infraestructura, los permisos y la capacitación necesarios para operar sitios y centros de turismo alternativo.

El ecoturismo en zonas indígenas o también denominado “eculturismo” se enmarca en las nuevas estrategias globalizadoras del desarrollo rural: primero unos cuantos sexenios de políticas económicas destinadas a privatizar la tierra y poner en manos de las grandes empresas agroalimentarias los cultivos tradicionales, posteriormente el territorio originario indígena es decretado “reserva natural” o sus tierras son compradas, de manera tal que resulte la única opción para que las comunidades indígenas accedan al mundo “civilizado” mediante el uso “sustentable” de sus recursos, hecho casualmente indispensable para mantener el sistema económico neoliberal. (Santana B. L, Ojarasca No. 132)

El “eculturismo” impulsado por la CDI no se limita a la construcción de nuevos hoteles en medio de la sierra, cuyas concesiones son un negocio redondo para los inversionistas extranjeros y nacionales, sino que también involucra la explotación de lo cultural y lo ecológico (artesanía, escenificación teatral de fiestas y rituales), más vuelos o traslados por tierra (que implica construir carreteras e impulsar agencias de transporte), y la “necesaria” infraestructura turística y de telecomunicaciones. Un negocio redondo para quienes gestionan recursos vía proyectos comunitarios en zonas indígenas y para las agencias de turismo encargadas de administrar esta panacea de desa­rrollo rural sustentable, promovido por el discurso institucional para turistas “ecológicamente responsables y conscientes de la riqueza cultural”.

Mientras, se siga reproduciendo un esquema vertical y torcido de atención a la miseria que intenta ocultar a los verdaderos actores sociales: los indígenas, agobiados día a día por satisfacer sus necesidades de agua potable, educación, infraestructura y comunicación; con todo y su  discurso desarrollista posmoderno, el “eculturismo” no ha logrado confundir a los pueblos indígenas porque ellos saben que esos proyectos nunca funcionan, los mantienen endeudados y pretenden atarlos a una modernidad ajena a su tradición. (Santana Belmont, L., 2008 Ojarasca No. 132) 

En las regiones indígenas del país, los bloques de poder regional y económico, han invadido sus tierras por décadas y el Estado se ha limitado a indemnizar a los invasores, decretar unidades de manejo ambiental y proyectos de servicios ambientales, con la misma lógica del control territorial. El “eculturismo” busca ocultar esto y proyecta al público una escena pintoresca y atractiva de la realidad indígena, promocionando un descanso y una tranquilidad de los paisajes serranos que los indígenas no conocen, mientras se profundiza la invasión invisible de los antiguos territorios.

FUENTE: Tesis de Maestría, Ángel Espinoza; abril 2009.

CHINELO

jueves, 16 de septiembre de 2010

NO EXISTE UN “INDÍOMETRO”

La palabra ’indígena’ procede del latín inde (‘de allí’) y genus, ‘nacido’, ‘originario’. En el latín corriente, «indígena» es todo aquel originario de un lugar, por tanto, carece de sentido hablar de «indígena» en general sin adjetivar al contexto.

El indigenismo al que nos referimos es aquel que piensa que los indígenas tienen unos derechos por ser originarios de un lugar. Esto esconde un racismo más o menos larvado por un motivo evidente: hoy día los descendientes de españoles llevan ya múltiples generaciones habiendo nacido en América y mezclándose con la población que encontraron al llegar. ¿Cuántas generaciones tienen que pasar para que uno sea declarado «indígena»? Si lo que hace indígena no es el lugar de nacimiento, ¿qué es? Pues la raza. Algunos indigenistas niegan este punto y afirman que no es la raza, sino la cultura de un pueblo. Pero esto es falso, pues si observamos detenidamente, la mayoría ve como una pérdida el contacto con las culturas que ellos llaman coloniales. Si alguien cuyos ascendentes eran aztecas ahora habla español y es católico, ¿qué lo diferencia de un mexicano cuyo bisabuelo fuera español y que habla español y también es católico? Sólo si pensamos que la cultura va ligada a la raza podemos mantener que ese descendiente de aztecas «ha perdido su cultura» al nacer. Pero de hecho, no la tenía. Nadie «nace con cultura», pues toda cultura es impuesta. Esto no es ni bueno ni malo. Simplemente es así. Los hijos de los guaraníes no nacen sabiendo guaraní; el guaraní es tan impuesto al nacer como pueda serlo el español. Por tanto, detrás de la defensa de culturas perdidas se esconde la vinculación peligrosa y reaccionaria de la cultura con la raza pues se piensa que la pérdida de ciertos rasgos culturales va en detrimento de un «pueblo» que hay que conservar. Pese a que muchos pasan por críticos del colonialismo occidental, resulta que se han tragado el mito del «Espíritu del Pueblo» germánico.

Todos somos indígenas. Todos somos originarios del continente americano. Ya tengamos por ascendientes a aborígenes, como a españoles, italianos, chinos, portugués, &c. No podemos definirnos por pertenecer a un continente diciendo que «todos somos americanos», sino que hemos de definirnos mediante nuestra pertenencia a una civilización que trasciende las culturas particulares y desborda el estricto marco de las razas. Pertenecemos a una civilización cuya escala de conformación son las Naciones políticas: somos argentinos, norteamericanos, mexicanos, colombianos, peruanos, ecuatorianos, brasileños, españoles, chilenos, venezolanos, cubanos, &c.

Por supuesto que las tradiciones culturales siguen existiendo pero estas tradiciones no son sustancias homogéneas como masa indiferenciada sino que están formadas por múltiples tradiciones culturales que hay que confrontar diferenciándolas una por una. ¿Es inferior una comida cuyo origen sea maya, pongamos por caso, a la «comida vanguardista» de los pequeñoburgueses europeos? No, un plato cuyas raíces estén en los aborígenes americanos no tiene por qué ser inferior, como comida, a los delirios de cuatro aburridos europeos que no saben que inventar para estafar a sus congéneres. ¿Es inferior la ideología de la Pacha Mama al marxismo-leninismo? Pues sí, porque el marxismo-leninismo hunde sus raíces en potentes tradiciones teóricas, como afirmó Lenin, en el Idealismo alemán —el protestantismo luterano y la importancia de la subjetividad—, el socialismo francés —el catolicismo como crítica a la propiedad y defensa del Bien común— y la Economía política británica —el anglicanismo y su defensa del trabajo como fuente de riqueza. Lo dicho para el marxismo-leninismo vale para la filosofía católica hispana: la escolástica española que tan buenos seguidores tuvo en el continente americano es superior a la ideología de la Pacha Mama porque recoge la tradición judía, la tradición helenística, la tradición islámica —dialécticamente confrontada con el averroísmo—, &c. Todas estas tradiciones ideológicas son superiores a la Pacha Mama porque han conformado potentes Ideas que han desbordado su génesis social. El marxismo no pertenece a los alemanes, el leninismo no pertenece a los rusos ni la escolástica española pertenece a los españoles de la Península.

Lo dicho para las ideologías vale para la propiedad. No se puede confundir la génesis social o histórica con la estructura actual. El noble aristócrata del Antiguo Régimen europeo decía poseer sus títulos por pertenecer a un noble linaje vinculado a unos territorios que heredaba por derechos de sangre. Los defensores del indigenismo piensan que los que ellos llaman indígenas se merecen sus tierras porque hace siglos les pertenecieron y ellos son sus descendientes biológicos. La propiedad es del que pueda mantenerla por la fuerza. Si los Iberoamericanos queremos ser dueños de nuestro destino político no es porque tengamos un metafísico derecho sobre la tierra sino porque tenemos un derecho político como miembros de unas Naciones políticas que han surgido tras Revoluciones políticas.

FUENTE: http://www.elrevolucionario.org/rev.php?articulo1543

15 de septiembre 2010.

indigenismo1

domingo, 12 de septiembre de 2010

SIERRA TARAHUMARA

En Chihuahua, cerca de la localidad denominada el Vergel, Municipio de Balleza, uno de los lugares mas frios de la Sierra Tarahumara, realizando actividad de campo y praxis indigenista, de la de antaño, no como el neo indigenismo actual autodegradado por el poder y el egocentrismo de quienes dirigen la politica indigenista.

sábado, 11 de septiembre de 2010

POLÍTICAS DE DESARROLLO EN ZONAS RURALES E INDÍGENAS

La existencia de una sociedad mexicana pluriétnica y multicultural, ha sido negada sistemáticamente por todos los sistemas gubernamentales emanados desde la revolución de 1917, esta negación se manifiesta en la relación de exclusión hacia los pueblos indios en términos de injusticia y desigualdad.
En los albores del indigenismo, las políticas integracionistas fueron instrumentadas para que por medio de las reformas agrarias y de los programas educativos de castellanización, las comunidades indígenas fueran asimiladas en la vertiente cultural de la nación, ante estas tácticas de asimilación e integración, las comunidades indígenas se replegaron en las denominadas “regiones de refugio” como estrategia de sobrevivencia y de resistencia cultural.
La reforma constitucional en materia de derechos y cultura indígenas del 2001 (que en su versión original, buscaba modificar de fondo, la relación entre el Estado y los Pueblos Indígenas) en la práctica jurídica, se continua negando la autonomía y los derechos colectivos, incluyendo la posibilidad de asociación de comunidades y municipios, en este sentido, a los pueblos originarios se les sigue tratando como objetos y no como sujetos de atención. Por otra parte, en el apartado B del artículo segundo de esta misma reforma a la constitución, se entroniza el tutelaje del Estado y el modelo de desarrollo asistencialista y filantrópico de las políticas sociales; de la misma manera, la reforma agraria del artículo 27 constitucional (1992), ha propiciado el desmantelamiento de los territorios indígenas, su conversión en parcelas certificadas y la destrucción paulatina de la comunalidad.
El accionar del indigenismo de Estado, se instrumenta como una compleja y extensa inter-relación de estrategias, acciones y declaraciones de política social hacia los pueblos originarios, en este contexto de política indigenista oficial, no existe un solo tipo o perfil de indigenismo endógeno, en donde se considere la retroalimentación de la otredad.
El actual indigenismo, mantiene ciertas características genéricas con sus orígenes (tutelaje, asistencialismo, corporativismo), sin embargo se puede argumentar que ha evolucionado en el devenir del tiempo, expandiendo o contrayendo sus estrategias; los matices de su accionar se han adaptado a cada uno de sus periodos evolutivos, por ejemplo el indigenismo clásico, el indigenismo integracionista, multiculturalista, etc., hasta llegar al indigenismo neoliberal. Este último, conceptualizado para el trabajo de campo (el neo indigenismo), continúa reproduciendo el fenómeno del control territorial a través de las políticas sociales (funcionarios federales y estatales) como instrumento de penetración del Estado en la vida social, económica y política de las comunidades indígenas.
El neo indigenismo, diseñado e instrumentado por la nueva clase política en el poder (producto de la hipotética alternancia democrática), se origina en el 2002, cuyo lema indigenista fue : “México, diversas culturas, muchos pueblos, una sola nación”, con esta frase arrancó un nuevo periodo del indigenismo en México, esta política social del “gobierno del cambio”, continua fundamentándose en las premisas del pasado, es decir, continúa reproduciendo las mismas estrategias paternalistas, ejecutadas con acciones fragmentadas y locales, dejando fuera los procesos integradores que subyacen en las mismas comunidades, desfavoreciendo los activos sociales y económicos de los pueblos originarios, en resumen, el neo indigenismo, no es una política social que propicie la autonomía, la comunalidad ni la reconstitución de los pueblos originarios señalados en la reforma al artículo segundo de la constitución. En el fondo, la estrategia de intervención gubernamental está consagrada en el apartado B del artículo segundo de la constitución. En estos preceptos constitucionales se maximiza la buena fe y el voluntarismo del gobierno federal, “el gesto misericordioso (del neo indigenismo) se transfiguró en caridad institucionalizada y burocratizada” (Dimas, B. 2006:3).
No obstante lo anterior, el Estado abandona sus responsabilidades fundamentales con respecto a la salud, la educación y la vivienda en las regiones indígenas, cediendo la instrumentación de estas acciones a diversas fundaciones privadas y organizaciones no gubernamentales, propiciando el surgimiento de un nuevo actor social desconocido hasta el momento: un prototipo de indigenista filantrópico, el que a cualquier ciudadano desprotegido lo transforma en campesino o en indígena, y a la mujer indígena, la transforma en objeto de piedad y en beneficiaria de la panacea del “empoderamiento”.
Todas estas reformas han permitido al Estado, el control y el tutelaje, obstaculizando la autogestión y la transferencia de recursos para ser aplicados directamente por los municipios y comunidades indígenas. En este escenario el Estado retiene todas las funciones paternales, simplificando sus acciones, pero eso sí, generando eficiencia gubernamental mediante el control del gasto, el control de los beneficiarios, supeditados todos, a condiciones específicas establecidas en normas y reglas de operación, “además del carácter degradante de recibir el cheque o la autorización de pago en eventos públicos, o el de hacer una enorme fila en las oficinas de gobierno, estos hechos, niegan la oportunidad de ser uno mismo, oprimen a la gente humilde en lugar de respetar la dignidad que nos merecemos” (Salvador Cornelio, Medico Tradicional, Sojawachi)
En este contexto, el problema del desarrollo y bienestar en las comunidades indígenas, continua abordándose con parcialidad, y sin resultados claros, los recursos presupuestales (federales y estatales) se han canalizado a campañas mediáticas de interculturalidad y bilingüismo educativo, así como a obras de infraestructura en regiones indígenas, en vez de enfocarse a eliminar las causas estructurales del despojo, la marginación y la pobreza en la que ellos viven.
Para el año 2003 el ex presidente Vicente Fox Quesada firmó el decreto por el que se crea la nueva Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), proyecto que sustituyó al Instituto Nacional Indigenista (INI), cuya responsabilidad sería la de integrar al progreso a más 15 millones de mexicanos indígenas estancados en la pobreza extrema, con altos niveles de desnutrición, analfabetismo y mortandad.
Fuente: Tesis de Maestría, Ángel M. Espinoza Flores; abril del 2009.
Tateiurianaka

viernes, 10 de septiembre de 2010

MODELOS DE DESARROLLO INDIGENA

Los modelos de desarrollo indígena que históricamente ha propuesto la política indigenista oficial, no han resuelto aun los problemas fundamentales de las etnias que habitan en el país, puesto que no se han logrado crear las condiciones básicas de su bienestar. La persistencia y el incremento de la pobreza en las comunidades indígenas es un indicador claro del fracaso de los modelos de atención neoliberales.

La población indígena en México, caracterizada por su multiculturalidad, presenta diferencias económicas, políticas, sociales y culturales en su composición. Es precisamente esta diversidad y su complejidad multifactorial, la que dificulta el diseño adecuado de un modelo de atención, cuya política pública sea incluyente e integral, toda vez que los programas y los modelos de atención que se han diseñado para atender a la población originaria, se han construido sin considerar los regionalismos y las especificidades de cada cultura.

La enorme heterogeneidad de la población indígena y la débil institucionalidad para armonizar la participación social y atender sus necesidades, ha llevado a no tener en cuenta y a no reconocer el papel del indígena como actor social en la economía y el desarrollo nacional; en este sentido, este sector de la sociedad mexicana ha padecido con mayor impacto la aplicación de los modelos económicos y programas de atención.

Las comunidades indígenas, enfrentan el deterioro de su medio ambiente, sobre todo considerando que sus principales asentamientos se ubican en las regiones con mayor biodiversidad del país; esta degradación no es inherente a las actividades productivas que realizan los pueblos indígenas, toda vez que históricamente han sido excluidos (por los bloques de poder regional) del usufructo de los recursos naturales en donde habitan, esta actividad depredadora es originada por las actividades económicas de diversa índole, las cuales han reducido drásticamente la biodiversidad; en este sentido, las diferentes empresas forestales y mineras, así como la industria farmacéutica se han encargado de ello.

Las formas de organización comunitaria de los pueblos indígenas, producto de sus antecedentes históricos, culturales y de su interacción social, tienen ciertas similitudes entre grupos y regiones étnicas, pero también grandes diferencias sociales y de expresión cultural, conformando de esta manera el mosaico multicultural que caracteriza a nuestro país, situación que enriquece el aspecto cultural, social, económico, político y jurídico de México, pero que concomitantemente, dificulta las relaciones entre las mismas comunidades y grupos étnicos, así como entre los diferentes grupos étnicos y el Estado –Nación; Esta interacción social, también se ve afectada por la enorme dispersión territorial y el patrón de asentamiento de los pueblos indígenas, sumándose además, la disputa por la apropiación y usufructo de los recursos naturales entre los diferentes actores sociales que intervienen en las regiones en donde habitan los pueblos originarios.

No se puede hablar de desarrollo humano, mucho menos cuando la cifra de más de 40 millones de pobres luchan cotidianamente por la supervivencia; el concepto y la condición del desarrollo humano, no tiene sentido para los quince millones de indígenas mexicanos, no se puede hablar del tema mientras millones de nuestros coterráneos tengan hambre y ni siquiera puedan leer e interpretar el alcance de un programa o un modelo de atención pensado por la burocracia gubernamental para promover su bienestar y realización personal.

En este contexto, y de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), México tiene una superficie de casi dos millones de kilómetros cuadrados, los indígenas habitan una extensión territorial equivalente a la quinta parte de este territorio y se distribuyen en aproximadamente 17 mil 500 localidades, distribuidas en 2 mil 428 municipios, la tercera parte es ocupada por ellos, es decir, 809 municipios aproximadamente en términos relativos.

Actualmente, en México hay un estimado de más de 14.7 millones de indígenas, conformados en 62 grupos étnicos que han quedado rezagados en las diferentes regiones de los estados en que habitan. De éstos, más de 5 millones no reciben apoyos de ninguna organización del tercer sector ni gubernamental, es decir, prácticamente el 50% de la población indígena mexicana está excluida de cualquier tipo de atención.

El sujeto social indígena de hoy, es bastante distinto al de hace 50 años, inclusive al de hace una década, sin embargo a pesar de los cambios sociales y políticos de México, los pueblos indígenas mantienen sus rasgos culturales sin erosionar totalmente su identidad, la cual se expresa en su vida comunitaria, en la comunicación oral y el conocimiento tradicional que se vincula en su relación con la naturaleza; en este sentido, las identidades étnicas y sus características culturales se han conservado a lo largo de los años. El desconocimiento de esta realidad tan aparentemente simple, ha determinado que los modelos y programas de atención que se han diseñado para su bienestar no alcancen las metas planeadas, toda vez que los proyectos de desarrollo han intentado sustituir su cultura en vez de promover su desarrollo.

Bibliografía:

Tesis de Maestría, Ángel Martin Espinoza Flores; abril del 2009.

raramuri

jueves, 9 de septiembre de 2010

LA BUROCRACIA Y EL INDIGENISMO

Desde las entrañas de la “bestia”, se pueden hacer criticas mas viscerales al indigenismo oficial contemporáneo, , se puede afirmar, que la burocracia indigenista utiliza una serie de artimañas, tal como lo comentó Ricardo Pozas en su momento histórico, sobre todo para encubrir los verdaderos intereses y que esencialmente se contraponen con la praxis indigenista.

Una de las artimañas practicada desde la entrada en operación del otrora INI, es el paternalismo, que básicamente consiste en considerar a los indígenas como seres inferiores, y para justificar esta apreciación de subordinación, en los programas oficiales que instrumenta el indigenismo oficial, se practican una serie de manipulaciones que tienden a orientar la promoción de los apoyos y programas, a objetivos ajenos a los propios indígenas, (sujeto social de la institución que opera el indigenismo en México), pero de tal manera que da la impresión de favorecerlos y al mismo tiempo, crear y manejar una “pseudo praxis” que justifique la acción oficial.

La orientación de los programas y de la praxis, se orientan generalmente, a utilizar los recursos para beneficiar a un pequeño sector clientelar indígena, en detrimento de los sectores mas marginados, es decir, se benefician mas los neo-indigenistas (ahora llamadas instancias ejecutoras), ejemplos concretos con los proyectos de ecoturismo y procapi, en ambos casos el beneficio mayor es para grupos ajenos a los grupos indígenas.

Bibliografía consultada:

ANTROPOLOGIA Y BUROCRACIA INDIGENISTA

Ricardo Pozas A.

Cuadernos para los Trabajadores.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

POSGRADO EN DESARROLLO RURAL

Despues del examen, la paz y la tranquilidad.
El examen lo sustente el 16 de abril del 2009, curiosamente coincide con la fecha de nacimiento de mi madre, a quien dedique el titulo y la tesis.

CON MUJERES RARAMURIS

Desde épocas inmemoriales los y las Rarámuris han poblado la región conocida como la Sierra Tarahumara, porción de la Sierra Madre Occidental que se encuentra en el suroeste del estado de Chihuahua, en el norte de México. En esta región boscosa, de una extensión mayor a los 60,000 kilómetros cuadrados, habitan cuatro grupos étnicos diferentes: Pimas, Warojios, Odames (Tepehuanes) y Rarámuris (Tarahumaras), siendo éste último el más numeroso, con aproximadamente 65 mil personas.
Según los antropólogos, los Rarámuris vivían distribuidos en forma dispersa en la zona, con patrones de establecimiento propios, en los cuales no habitaban como pueblos, sino en pequeños clanes seminómadas en donde la máxima autoridad la tenía el o la más anciana.
Los indígenas Rarámuri han tenido dos momentos históricos en los que, a mi juicio, la concepción de la masculinidad se ha modificado.
El primero: se da a la llegada de los misioneros jesuitas en el siglo XVII, cuando al recibir la evangelización por imposición pierden la forma tradicional de organizarse, ya que si bien no aceptan vivir todos juntos en un pueblo, sí adoptan la estructura de gobierno cuyo ejercicio de poder se da en torno al templo al cual asisten y a través de una sola persona. De esta forma la Iglesia Católica reprodujo su estructura jerárquica hacia el interior de las comunidades, lo que excluyó a las mujeres, sobre todo a las ancianas que anteriormente podían tener la autoridad, no sólo de la toma de decisiones, sino también de una participación más efectiva en las celebraciones religiosas y en la vida comunitaria en general. Asimismo, la concepción de la masculinidad se ve modificada cuando los hombres indígenas asimilan el propio concepto que manejaban los sacerdotes, dada la carga contenida en el curriculum explícito e implícito evangelizador en el que, al estilo de la época, las mujeres eran en muchas ocasiones "la causa del pecado", los hombres eran los elegidos y el medio ambiente, según el Génesis, era un don concedido al hombre para su dominación.
El segundo momento histórico en donde la concepción de la masculinidad se ve alterado fue cuando se instaló la figura jurídica del Ejido para la tenencia de la tierra, dentro de la territorialidad indígena, situación que no se llevó a cabo como resultado de la revolución mexicana al igual que en todo el país, sino cuando los recursos forestales empezaron a ser explotados. Esta nueva imposición terminó por modificar los roles y estereotipos de la población indígena, ya que las mujeres terminan por ser excluidas del proceso de toma de decisiones, o sea de la asamblea ejidal, y los hombres asimilan las actitudes y valores promovidos por los mestizos que trabajaban en la Secretaría de la Reforma Agraria.
Aunada a esta historia, se da la aculturación de los y las indígenas por la cultura dominante, en la cual terminan por asimilar los roles genéricos femeninos y masculinos, como por ejemplo el cambio del vestido tradicional por parte de los hombres, dejando de usar la zapeta, huarache y collera, para utilizar el pantalón, las botas y el sombrero, demostrando la misma actitud que los mestizos cuando lo portan. En el caso de las mujeres, aunque no dejan de vestirse como indígenas ya no andan con los pechos descubiertos por la actitud de la Iglesia Católica respecto a la sexualidad.
Este proceso histórico ha contribuido a la construcción de los actuales roles, estereotipos y valores masculinos, como son: ser el más fuerte, el más inteligente, el que todo lo puede, el grande, el poseedor de la verdad, el que sí vale, el que tiene libertad para decidir y andar por donde quiera, el que pone a los hijos y las hijas dentro del útero de la madre, el que puede hablar en voz fuerte, así como golpear y defender su propiedad, incluidas su mujer y familia.

Cuando esta serie de roles y expectativas de género no se cumplen, como es en la gran mayoría de los casos, los Rarámuri se refugian en una serie de escapismos fáciles que se permiten a sí mismos, justificándose en su condición de ser hombres, como los siguientes: una fuerte incidencia de alcoholismo, ausentismo laboral, alta migración temporal hacia las ciudades cercanas olvidando sus responsabilidades familiares, violencia doméstica e intercomunitaria como expresión de su hombría, falta de visión al futuro, no importándoles las siguientes generaciones, lo que se traduce además en una errónea utilización del medio ambiente.
Paradójicamente los escapismos también se dan cuando estos roles y expectativas de género se cumplen entre los individuos, que al llegar a la adolescencia la interrumpen súbitamente, principalmente por intimar con alguna mujer para demostrar que "ya son hombres" y son capaces de procrear, que son merecedores del término "hombre" y no "niño". Cuando asumen esta situación, emprenden la búsqueda de satisfactores de las necesidades básicas que significan el tener ahora la responsabilidad de una familia, pero cuando todavía no existía conciencia de lo que ello significaba y menos aún cuando las oportunidades laborales para adolescentes son sumamente escasas al no estar calificados, lo cual entonces los enfrenta a la realidad y buscan una salida.
Esta serie de escapismos e irresponsabilidades impiden que, en general, los Rarámuri mejoren sus condiciones de vida, aunándole a lo anterior que la discriminación que ejercen hacia las mujeres impide además que éstas se desenvuelvan, lo que afecta también el desarrollo de sus comunidades. Por ejemplo, una investigación reciente realizada por Laura Frade, de Alcadeco, encontró que el 61 % de las mujeres son analfabetas en comparación con el 26% de los hombres, ya que las niñas no son enviadas a la escuela por considerar que es indispensable su presencia en la realización de las labores domésticas; esto contribuye a una mayor morbimortalidad infantil en los y las hijas de las mujeres que no fueron a la escuela y son monolingües. De cada 10 a 14 hijos o hijas que nacen vivos o vivas, de cada mujer, siete u ocho mueren antes de cumplir los 5 años; aun cuando el padre tenga una buena escolaridad, sea primaria o secundaria, ésta no influye para nada en la disminución de estos porcentajes, dada la división genérica del trabajo.
Sumado a todo esto se encuentra toda una serie de actividades realizadas por las instituciones privadas y públicas, que al no llevar a cabo investigaciones serias o proyectos de desarrollo integrales, contribuyen a agudizar la problemática anteriormente mencionada. Por ejemplo, cuando el programa de PROCAMPO hace entrega de un monto de $550.00 pesos en efectivo, por hectárea cultivable, a cada ejidatario indígena, una gran mayoría de ellos se dirige a los poblados en donde gastan los recursos en la compra de licor, ropa o sombreros para ellos, sin consultarlo con las mujeres y justificándose en que el dinero es suyo y pueden hacer lo que quieren con él, cuando se supone que lo tendrían que invertir en insumos directos para beneficio de la agricultura y que inclusive parte de las hectáreas que éste inscribió en el programa pertenecen, según la costumbre Rarámuri, a la mujer. Lo anterior se repite año con año gracias a la complicidad silenciosa de las instituciones promotoras.

BIBLIOGRAFÍA

Bennet, Wendell y Zingg, Robert. Los Tarahumaras, una tribu india del norte de México. Clásicos de Antropolgía, INI, México.1978.

De Velasco, Pedro. Danzar o Morir: religión y resistencia a la dominación en la cultura tarahumara, CRT, México. 1983.

Merrill, William. Almas rarámuris. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes - INI. México. 1992.

Lumholtz, Carl. El México Desconocido, Programa Editorial del Ayuntamiento de Chihuahua, Chihuahua, México. 1994.

Neumann, José. Historia de las rebeliones en la Sierra Tarahumara. (1626-1724), traducción de Luis González Rodríguez. Editorial Camino, Chihuahua. México. 1991

Ing. Angel Espinoza Flores | Crea tu insignia

martes, 7 de septiembre de 2010

MUJERES RARAMURIS

Esta hermosa fotografia, la tome en el 2008, cuando fui a visita de seguimiento y supervisión de proyectos por parte de la CDI.

domingo, 5 de septiembre de 2010

CHIHUAHUA 2008

No es un hongo alucinógeno, es ricamente comestible de la Sierra de Chihuahua.

IMPACTO GLOBAL DEL DESARROLLO

La actual crisis civilizatoria, ha detonado un malestar en todos los ámbitos de la cotidianeidad, es una crisis eco-social, cuyos impactos mas radicales son:
Efecto invernadero.
Adelgazamiento de la capa de ozono.
Destrucción de la biodiversidad.
Derroche social y banalidad (Ameican way life).
Pobreza y Desempleo.
Lluvia ácida.
Abuso de la energía fósil.
Erosión.
Deforestación.
Bajo estas circunstancias globales, ¿ Como se han impactado las regiones indígenas y campesinas de México? ¿Cuales son sus estrategias de resistencia cultural?

sábado, 4 de septiembre de 2010

LA GLOBALIZACIÓN Y LA RURALIDAD


Este fenómeno globalizador, es un proceso económico, político y social que tiende a romper con la estructura y el tejido social de los Estados Nacionales, y conformar un Estado Global.

Es prácticamente, la subsunción del mundo entero al capital, es la nueva faceta de la historia, con la consecuente crisis civilizatoria; con la concentración de la riqueza en pocos individuos o en Holdings.

La caracterización de este fenómeno, a grosso modo es la siguiente:
  • La revolución de la tecnología, ha favorecido su penetración.
  • Se ha internacionalizado el capital.
  • Concentración y Centralización del capital.
  • Globalización política.
  • Globalización social e ideológica.
  • Importación de valores e ideologías que son culturalmente usados en los países ricos.

PROBLEMAS DEL DESARROLLO RURAL

En México, se pueden resumir de la siguiente manera:
  1. Reducción de la inversión pública.
  2. Ausencia de planeación regional.
  3. Ausencia de programas o modelos de atención integrales.
  4. Retiro de los apoyos a la producción rural.
  5. Los subsidios son insuficientes.
  6. Descapitalización de las unidades de producción rurales.
  7. Persistencia de los intermediarios.
  8. Importaciones agropecuarias innecesarias.

EL DESARROLLO Y LA ETNICIDAD

La continuidad del regimen FECALDERONISTA, continúa con la ruta neoliberal, en donde los campesinos han dejado de ser prioridad.

Practicamente todas las piliticas publicas de combate a la pobreza, han sido heredadas de regimenes anteriores.

Actualmente, en México, segun datos del banco mundial, hay mas de 40 millones de pobres, lo que complica mas la migracion y el desempleo.

La migración acelerada, se expresa en la desarticulacion de la familia y en la pobreza extrema.