EL DESARROLLO RURAL EN MÉXICO

LOS PARADIGMAS DEL DESARROLLO RURAL EN MÉXICO.


viernes, 17 de septiembre de 2010

TURISMO “ALTERNATIVO” EN ZONAS INDIGENAS

(ALTERNATIVO ¿PARA QUIEN?)

El Turismo Alternativo en Zonas Indígenas (instrumentado desde el Estado), contempla en sus reglas de operación, recursos económicos para la elaboración de los estudios ambientales, pago de permisos, elaboración y/o ejecución de proyectos, construcción de la infraestructura, equipamiento, capacitación, contratación de servicios de asesoría técnica necesarios para el desarrollo de sitios y centros turísticos en zonas indígenas. Adicionalmente, el Programa ofrece bienes y servicios de capacitación y comercialización. Cuando este modelo de atención es operado a través de los gobiernos estatales, éstos entregan a los beneficiarios la infraestructura, los permisos y la capacitación necesarios para operar sitios y centros de turismo alternativo.

El ecoturismo en zonas indígenas o también denominado “eculturismo” se enmarca en las nuevas estrategias globalizadoras del desarrollo rural: primero unos cuantos sexenios de políticas económicas destinadas a privatizar la tierra y poner en manos de las grandes empresas agroalimentarias los cultivos tradicionales, posteriormente el territorio originario indígena es decretado “reserva natural” o sus tierras son compradas, de manera tal que resulte la única opción para que las comunidades indígenas accedan al mundo “civilizado” mediante el uso “sustentable” de sus recursos, hecho casualmente indispensable para mantener el sistema económico neoliberal. (Santana B. L, Ojarasca No. 132)

El “eculturismo” impulsado por la CDI no se limita a la construcción de nuevos hoteles en medio de la sierra, cuyas concesiones son un negocio redondo para los inversionistas extranjeros y nacionales, sino que también involucra la explotación de lo cultural y lo ecológico (artesanía, escenificación teatral de fiestas y rituales), más vuelos o traslados por tierra (que implica construir carreteras e impulsar agencias de transporte), y la “necesaria” infraestructura turística y de telecomunicaciones. Un negocio redondo para quienes gestionan recursos vía proyectos comunitarios en zonas indígenas y para las agencias de turismo encargadas de administrar esta panacea de desa­rrollo rural sustentable, promovido por el discurso institucional para turistas “ecológicamente responsables y conscientes de la riqueza cultural”.

Mientras, se siga reproduciendo un esquema vertical y torcido de atención a la miseria que intenta ocultar a los verdaderos actores sociales: los indígenas, agobiados día a día por satisfacer sus necesidades de agua potable, educación, infraestructura y comunicación; con todo y su  discurso desarrollista posmoderno, el “eculturismo” no ha logrado confundir a los pueblos indígenas porque ellos saben que esos proyectos nunca funcionan, los mantienen endeudados y pretenden atarlos a una modernidad ajena a su tradición. (Santana Belmont, L., 2008 Ojarasca No. 132) 

En las regiones indígenas del país, los bloques de poder regional y económico, han invadido sus tierras por décadas y el Estado se ha limitado a indemnizar a los invasores, decretar unidades de manejo ambiental y proyectos de servicios ambientales, con la misma lógica del control territorial. El “eculturismo” busca ocultar esto y proyecta al público una escena pintoresca y atractiva de la realidad indígena, promocionando un descanso y una tranquilidad de los paisajes serranos que los indígenas no conocen, mientras se profundiza la invasión invisible de los antiguos territorios.

FUENTE: Tesis de Maestría, Ángel Espinoza; abril 2009.

CHINELO

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